17/9/08

Crónicas del tercer taller: "Nos quedamos con ganas de más"




Era domingo...y ese día el “broche de oro” de agosto...temprano nos juntamos en la clásica casa Loyola, algunos un poco dormidos porque la noche había sido larga, otros con fiaca, y otros un poco más enérgicos tratando de buscar todo lo necesario, inclusive los afiches infaltables que algún día tormentoso había preparado María, hacía meses...pero estaban buenos y servían en esta oportunidad también!.
Partimos, sin tener mucha claridad si ya estábamos todos arriba de la trafic, digo...por los avisos de confirmadas o bajas a último momento...en fin...allá fuimos!
En el camino se sumaron dos “personajes” que le dieron un tinte especial a la jornada, Eva que es fotógrafa de la organización Plurales y el uruguayo “Coto”que está preparando unos documentales en varios lugares de Latinoamérica, ambos pudieron transmitir pasión por lo que hacen y no desaprovecharon un segundo para conversar con nosotros... y con mucha fluidez, como compinches de toda la vida, con los lugareños del “norte cordobés”.
La previa y ajustes técnicos fueron en la estación de servicio de Jesús María, pero no la de siempre, momento de confesar que casi no había producción de tortas caseras y afirmar en conjunto lo delicioso de las galletitas compradas en un segundo....qué tiempos los de nuestras abuelas cocineras, todo casero...de amasado tenía poco pero los mates listos...seguimos viaje!
El recorrido empezó por Aguas de las Piedras, lugar que también pudo ser registrado con fotos que visibilizaban el viento fuerte de esa mañana...de 8 personas que le habían confirmado a la Gringa, se pasó a 17 lugareños que se sumaron al viaje a Ongamira...nos quedamos pensando cuáles serían los motivos que los movilizaban a compartir ese domingo, seguramente eran variados...los niños no se lo perdían, los grandes se reían y reacomodaban en el escaso lugar de cada asiento; por su parte, Felisa con sus largos 78 años quiso venir, “quiero ir porque no sé cuándo podré ir otra vez”, “hace tanto que no voy para allá”...durante el recorrido que pasamos rápidamente por “Río”( donde se sumaron los hombres: el emprendedor y comprometido Edgardo y Pedro, éste último es boliviano, trabaja hace meses en la construcción y durante el almuerzo nos relataba lo que pensaba con respecto a lo que está sucediendo con Evo Morales en su país de origen).
Felisa, con su cara llena de arrugas y sus manos temblorosas sosteniendo su palo usado como bastón, iba describiendo y haciendo el esfuerzo por traer a la memoria a la gente de esas casitas que se llegaban a ver desde el camino...y que hacía años, según nos contaba que no veía.
Lo que caracterizó la situación era el amontonamiento de personas, “mezcla rara (...) de qué se yo...”(diría el tango), voluntarios, profesionales en el tema artístico, alumnos de la cátedra de antropología, chofer, y no sé cuántos lugareños...lo que impactó fueron los suspiros y exclamaciones matizadas con angustia cuando en el medio de tanto paisaje increíble, el fuego se estaba devorando los campos cercanos a Ongamira...los bomberos no podían frente a ese panorama...el viento fuerte no sólo parecía que “peinaba” lo verde, sino que seguía complicando la situación.
Apenas llegamos, entre varios se acomodó el lugar seleccionado de la escuelita de Ongamira para llevar a cabo el taller...los afiches que presentaban el proyecto estaban colgados en las paredes y ventanas, mientras se aseguraban los termos con agua caliente para el transcurso de las horas y el asador ya se ubicaba en su lugar estratégico; los bancos (pupitres añejados de alguna época no tan cercana) estaban en ronda lo que permitía ambientar con más calidez el espacio que estábamos construyendo entre todos. Los niños jugaban afuera, rodeando el aljibe pintoresco...o trepados al infaltable mástil sin bandera (escenario de unas cuantas fotos)...tres o cuatro voluntarias corriendo y organizando con los chicos al aire libre...y el resto, los “grandes”, miraban demostrando con sus gestos que les gustaba cómo había quedado su diario producido en el segundo taller después de haber trabajado en grupo. Lo colgamos a un costado al lado de la puerta y después se distribuyeron para que cada familia tuviera el propio. Se buscaban en las fotos, se reían, negaban saber jugar al fútbol, se cargaban entre ellos, se reconocían sus voces y dichos populares, sus comidas y tradiciones...sus chistes y novedades, sus policiales y sugerencias para cebar un buen mate, muy dulce por supuesto!!
Después de haber sido registrado ese momento, nos dispusimos a escucharnos en la presentación grupal del proyecto y de cada uno, a partir que Nico señaló la “línea de partida” del encuentro. Miradas van y miradas vienen, algunos más cancheros con estas presentaciones y otros más avergonzados porque tenían que decir: nombre, de dónde venían o a qué lugar iban, y algo que les gustara mucho de su lugar...esto último comprometía desde lo emocional y provocaba más ansiedad al ser relatado.
Luego, se reconstruyó lo trabajado hasta el momento en los otros dos talleres anteriores. Hablaron Mecha, Blanca y Eva, de Aguas...Edgardo comentó que se había sumado al último y Miguel como anfitrión y entusiasmado con ésto de salir en cámaras por notas que ya le habían hecho, no perdía posibilidad de opinar y contarnos qué pensaba, y qué sentía frente a la realidad de su lugar tan querido...desmitificando el supuesto tan generalizado de que la “gente de campo” no se anima a hablar tanto...lejos de ser éste el caso. También pudimos comprobar la fama de sus tortas fritas exquisitas que compartió durante la mañana...
A partir de la consigna y aproximación, desde lo técnico pero matizado con lo afectivo, Eva explicó la importancia de trabajar con imágenes como otra forma de poder conocer, aprender y expresar lo que vamos recordando, pensando y queriendo de nuestros lugares.
Se reconstruyeron algunas posibles categorías de análisis y se compartieron para poder visualizar entre todos, las recurrencias y temáticas de interés que ellos mismos habían propuesto al ser trabajadas y que fueron surgiendo anteriormente en las entrevistas informales, en las producciones de los diarios y a través de la observación participante.
Surgieron algunas demandas puntuales y se explicitaron necesidades como por ejemplo las vías de comunicación y los medios de transportes, haciendo continuamente referencia al pasado y a las formas en que antes se resolvían algunas cosas; la nostalgia quedó plasmada grupalmente...
Entre todos afirmaban la importancia de mantenerse comunicados entre los pueblos y parajes, y de movilizarse y hablar con quien haga falta para obtener recursos necesarios que sirvan en nuestros días y para las generaciones futuras.
El almuerzo fue clave para distender el momento anterior de “reclamo”, y compartir un rato. En una primera instancia, se notaban las subdivisiones de grupos entre los voluntarios y la gente de las distintas zonas. Pero después, se entremezclaron las voces, las experiencias de vida desde la charla informal y la filmadora que estaba presente en ese espacio; luego, la misma, fue instalada a la sombra de un árbol a la vuelta de la escuelita, con vista a las sierras...y de a ratos, iban los que tenían ganas a conversar “poniendo la cara” con el uruguayo que disfrutaba de su trabajo artesanal.
Cuando terminamos de almorzar nos dispusimos a comenzar con una de las actividades propuestas. En el medio de la sala, entre dos bancos juntados, se distribuyeron un montón de fotografías que en los talleres anteriores habían sacado los lugareños y que habían llevado impresas. También estaban presentes otras tantas, registradas en diversas oportunidades por los voluntarios que visitan las zonas.
La tarde transcurrió entre mates y tortas con este panorama: tuvieron que comparar cómo era antes y cómo se desarrolla la vida cotidiana en la actualidad, siguiendo siete ejes que orientaron la selección de imágenes; los cuales fueron seleccionados tres para un subgrupo (medios de transporte y comunicación; educación y familia) y tres para el otro (trabajo, juventud y salud). Sólo el eje que articulaba las fiestas, celebraciones, los espacios recreativos y de socialización fue construido entre ambos grupos.
Por su parte, los niños también construyeron esta comparación a través del juego, la teatralización y dibujos entre lo que pasaba antes en su lugar y la realidad de hoy. Las temáticas que trabajaron fueron las mismas que la de los adolescentes y adultos.
Lo que enriqueció la jornada compartida fue la puesta en común de lo trabajado a partir de las fotos puestas en los carteles y un escrito que sostenía y daba fuerza a lo elaborado. Pasaron a comentar. Miguel, Blanca y Gabi. Felisa reforzó desde su lugar con algún comentario risueño; Mecha, Susana y Eva estaban atentas para acotar lo que hiciera falta. Esta instancia permitió un espacio de reflexión al permitir emocionarse con ciertos recuerdos y de hacer consciente todo lo que queda en un futuro por emprender juntos.
Expresaron agradecimiento y en sus rostros se podía “leer” ...
“El hombre es como un mar, y al mismo tiempo navegante de sus propias aguas: algunos navegan en la superficie y otros... se buscan en las profundidades”. Emprendimos el regreso, felices por haber podido compartir este proceso del proyecto, un “remanso” en el camino para seguir trabajando...




Mariana Ferreiro










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